La razón por la que los ricos eran ricos, razonaba Vimes, era que se las arreglaban para gastar menos dinero. Tomemos el caso de las botas, por ejemplo. Él ganaba treinta y ocho dólares al mes más complementos. Un par de botas de cuero realmente buenas costaban cincuenta dólares. Pero un par de botas, las que aguantaban más o menos bien durante una o dos estaciones, y luego empezaban a llenarse de agua en cuanto cedía el cartón, costaban alrededor de diez dólares. Aquella era la clase de cosas que Vimes compraba siempre, y las llevaba hasta que las suelas se quedaban tan delgadas que le era posible decir en qué lugar de Ankh-Morpork se encontraba durante una noche de niebla sólo por el tacto de los adoquines. Pero el asunto era que las botas realmente buenas duraban años y años. Un hombre que podía permitirse gastar cincuenta dólares disponía de un par de botas que seguirían manteniéndole los pies secos dentro de diez años, mientras que un pobre que sólo podía permitirse comprar botas baratas se habría gastado cien dólares en botas durante el mismo tiempo y seguiría teniendo los pies mojados. Esa era la teoría “Botas” de la injusticia socioeconómica del capitán Samuel Vimes.
—Terry Pratchett Hombres de armas
Como seguramente ya sabrán, en facebook la gente se aburre mucho, así que han decidido declarar hoy el día internacional de citar a Terry Pratchett, que es una excusa tan buena como cualquier otra para colar nuevamente por aquí a mi personaje favorito del Mundodisco. Miren sus pies y mediten sobre ello.