Cosas que hacer cuando estás en paro (1)


Preámbulo: Futuros posibles

Si no han visto este cortometraje de 2008, hecho en la eficiente y visionaria Alemania, aprovechen mientra dure en youtube. No se pierdan la última escena tras los créditos. Con ustedes, Arbeit für Alle (Pleno empleo)

Exposición de motivos: El síndrome del parado

La sociedad está diseñada para trabajar y consumir. Si no puedes hacer ninguna de las dos cosas pierdes poder adquisitivo, relaciones sociales, actividad física y autoestima. Encerrado entre el infraempleo para ir tirando hasta que salga otra cosa mejor —una década tirando del mismo razonamiento y empiezas a sospechar que no existe otra cosa—, y los fracasados intentos por romper la dinámica, parece que ya no vales ni para sacar fotocopias.

Los días transcurren sin pena ni gloria, ojeas las ofertas, limpias, ves la tele, navegas por la red, desarrollas manía persecutoria, las noticias hablan de ti, haces la compra, presentas papeles —no quedan cursos, vuelva en septiembre—, te conviertes en el recadero de la familia, tú, que tienes tiempo, bebes café, comes lo primero que pillas y acabas echando cuentas, divagando, intentando descubrir cómo has llegado a este punto, buscando el momento exacto donde todo se fue al garete, preguntándote qué demonios hiciste tan mal para acabar en el limbo. Años agobiado por las obligaciones y ahora, cuántas menos tienes, más cuesta cumplirlas.

Naturalmente no hay a quien contarlo, digas lo que digas ellos oirán las excusas de un vago. ¿Cómo no llevas siempre un CV encima para el primero que pase? No estás haciendo lo suficiente, ve todos los meses a Bershka y repite que no tienes experiencia como dependienta ni te importa un pijo la moda a tus treinta primaveras pero, oye, contrátame porque ¡a mí no se me caen los anillos!. Te ha tocado ser el último mono de esta feria y el derecho al pataleo vale 426 euros al mes.

Intentado lo razonable, piensas en todas esas cosas que podrías estar haciendo porque, total, para mirar al techo que menos que ponerte al día con el inglés, esa afición perdida, las tareas pendientes, los estudios inacabados, los kilos de más, la idea de negocio que siempre te ha rondado, esa novela guardada en un cajón... a veces sufres ataques de euforia, quieres abarcarlo todo, picoteas de unos y otros sin terminar ninguno, piensas mañana seguiré —que no lo harás— o, cuando al fin logras cierta constancia, alguien te dice la frase

¿Por qué pierdes el tiempo con eso en vez de buscar trabajo?

Peor aún, empiezas a decírtela tú mismo.

El paro ya no es una desgracia, ni una oportunidad, ni un nuevo comienzo: es la penitencia por el pecado de no cotizar, que solo se expía subiendo tu fe de vida laboral una y otra vez por la montaña hasta la absolución empresarial. O acaso reencarnación inferior, estado transitorio de meditación sobre tu condición básicamente dolorosa, eliminando todo deseo para alcanzar el nirvana entrepreneur.

Como eres indigno del tiempo que obtienes, lo malgastas sintiéndote culpable por perder tiempo en Cosas-Que-No-Son-Buscar-Trabajo.

Todo muy lógico, muy útil.

Parte dogmática: Que hace bonito pero no la cumple nadie

  1. Tienes una libertad por la que habrás suspirado muchas veces. Deja de sentirte culpable y aprovéchala. Aprende, disfruta, crea.
  2. Si trabajas en negro eres un defraudador, si rechazas condiciones abusivas o ilegales un holgazán insolidario, si te formaste, un señorito, si curraste ¡haber estudiado!, si protestas, perroflauta, si callas, burgués acomodado. La dialéctica es una batalla perdida, no esperes comprensión por tus decisiones. Los demás no son tú.
  3. Deja de torturarte, inútil es quien no se sirve a sí mismo. Evita la compasión, es como la limosna: alimenta, pero te hace débil.
  4. Las ayudas para las personas que realmente las necesitan tienen una serie de requisitos bastante exigentes para su percepción. Si los cumples es porque tú eres esa persona.
  5. Dependencia no es subordinación, aunque rija una tradición en sentido contrario. Si los demás dicen ser tus padres, dales un hijo adolescente. Desmiente el mito de los valores pretéritos ¿o quién te crees que estampó el coche del abuelo contra el pilón hace 40 años?
  6. Ser ama de casa solo es trabajo a tiempo completo si te empeñas en convertirlo en uno. Esa grasa incrustada entre las baldosas puede esperar.
  7. Discutir consume, guarda energías. Si te dan consejos que ya has probado o sabes inaplicables, no intentes razonar, ignóralos. Si se transforman en recriminaciones, que les den por donde amargan los pepinos.
  8. Cuando una sociedad desarrollada de repente considera utópico un empleo digno, tienes dos opciones: irte del país o cambiarlo. O la opción optimista, pegarte un tiro delante del Congreso (si la descartas será que tan mal no va la cosa).
  9. Actúa según tus propios deseos y necesidades, no vas a tener otra vida. Sé realista respecto a tu edad y posibles: lo de la NASA déjalo para tus hijos.
  10. Apóyate en la más mínima motivación, aunque sea inoportuna o parezca idiota. El conocimiento es como un pollo de goma con polea en el medio, nunca sabes cuándo lo podrás necesitar.
  11. Contempla la eventualidad de que te contraten y adapta tus opciones a ello, pero no dejes que un mañana probable paralice lo que puedes hacer hoy.
  12. Entre varias vías de acción, sé práctico, elige la que más te guste.
  13. Ten gustos baratos o hazlo tú mismo.
  14. Apaga la tele. Ponte un horario. Sal a la calle. Autónomos y jubilados lo saben.
  15. Repetimos: los demás no son tú. Yo tampoco soy tú, la 2ª persona autorreflexiva acabó en el punto catorce. Deja de leer mis chuminadas y escribe las tuyas. Por algo se llama autoayuda.