Es difícil exhibirse con prendas certeras facetar las negaciones que reivindicamos para un tasador de confesiones. Saber cómo, saber por qué decirlo resulta inevitable. Tal vez me aconsejes: Buscarme amigos, escribir canciones (de esas tontitas, que no recuerda nadie), no meterse en cosas de mayores; que no sabes.
Poeta inconclusa, narradora estática, sociópata, ególatra y desmemoriada; Ávida de aire, de voz, de versos claros insisto, porque me sé incompetente, cada día, en cada instante demorado tras las cortinas cerradas, por rumores diluidos con los pasos. Bajo la manta que tiembla convulsa y se retiene. Vago entre el fin de una acción y la siguiente por el tiempo inconexo y contenido que continúa y precede.
Todo síntoma de existencia implica fracaso cierto afán descorazonador y egolarquista de abolir la historia restaurando lo vivido. Búsqueda agónica e inconstante del genio que revela el alma. Rebelión del intelecto contra el yugo esteta de nuestros predecesores y el relevo de generaciones venideras.
¿Se puede renunciar a las pasiones? (no a esas del corazón, de las entrañas) si quienes las sintieron no saben explicarlas ni comprenderlas quien no las ha vivido ¿se puede desistir de lo que somos? Renegar de la luz que nos consume o exhibir con orgullo sus heridas Arbolar sobre la losa una bandera que pregone: He aquí mi herencia.