Horticultura digital


A veces desearía publicar algo y acabo desistiendo por no ser un tema cerrado, sino más bien unas notas que quizás con tiempo, ganas o qué-sé-yo podrían constituir una unidad de contenido completo y redondito para quienquiera que siga leyendo esto, mayormente yo misma, pues he perdido ya la cuenta de las veces que vengo a poner una cita y acabo deambulando con el mismo espíritu flagelatorio que me lleva al recorrido virtual por las impagables viviendas —perdón, "oportunidades para inversores"— a la venta en mi ciudad natal.

Esta parálisis a la hora de publicar chuminadas se debe en parte a la incongruencia entre el carácter misceláneo y mutable del contenido digital y el concepto analógico que la permanencia y estructura cronológica inversa del blog pretendía representar: el diario personal, el cuaderno de bitácora o Captain's Log, que acabaría confluyendo con otras modalidades de comunicación continua en la actual corriente de heces sobre un rollo de papel higénico interminable.

Sigo escribiendo un diario tradicional en cuadernos que uso para la reflexión personal, registro vital, seguimiento de objetivos, poesía, dedicatorias de amigos, millones de listas y algún intento, obviamente condenado al fracaso, de unificar el caos mental en un bullet journal. Muy poco de lo que ahí escribo se podría trasladar a esta página por una mera cuestión de pudor, privacidad de terceros, utilidad o incluso seguridad personal. Cuando empecé el blog creyendo, angelito, que de ahí a escribir por dineros o vender libros había un paso, cometí el error de ligar todo lo relativo a este dominio y alias a mi nombre, pensando en un futuro uso profesional. A estas alturas sería difícil intentar deshacer aquello sin perder una identidad digital a la que tengo cariño, aunque la recruiter de Schweinskopf al dente GmbH que, intrigada por mi e-mail, está leyendo esto traducido por ChatGPT acabe de abandonar la sala haciendo el moonwalker.

A esto se suma el problema de la gestión del conocimiento personal, digital o no, que se acumula en cajones, apps de notas, gestores bibliográficos, chats, notas de voz, almacenamiento en la nube, marcadores del navegador y repositorios de terceros. No hay orden, ni registro de ningún tipo, ni buscador que funcione porque todo es fragmentario, multimedia y bajo demanda; intenta encontrar aquella frase de un pdf guardada como captura del móvil sin metadatos, o la viñeta de "El Jueves" de una colección de revistas perdida en tránsito, el enlace a la guía "buena" para configurar el certificado digital que cambiaba cada año fiscal... ¿Qué se puede hacer con la evolución orgánica de artículos como España no es Grecia? ligado completamente al momento en el que se escribió (la ausencia de mujeres en el ejecutivo griego de 2015, y su comparación con España), pero que actualizo como un micro observatorio de paridad en el Consejo de Ministros.

Todo esto viene a cuento del reciente resurgimiento de los llamados "jardines digitales" que, a diferencia de Substack (una variante del "e-mail digest" o boletín, en la práctica un simple blog con suscripción por correo cuyo éxito se debe a facilitar el cobro por suscripción), plantean la publicación de contenido en construcción y desligado de toda fecha.

It is a blog, sure, but it is also a wiki. It's a spot where I can post ideas, snippets, resources, thoughts, collections, and other bits and pieces that I find interesting and useful. Instead of always being a "performance" level of blogging, it can be a looser more human endeavor that drops the idea of robots sorting the content (in this case simply by date created) and embraces the idea of curation, by me, for you.

La idea en sí es bastante clara y atractiva, tú amontonas todo ahí en un sitio y luego ya vas seleccionando y desarrollando distintas áreas "en vivo", generando formas de acceso, rutas de navegación y vasos comunicantes entre los distintos silos de información, aunque cabe preguntarse cómo comunicar las novedades sin que tu feed se convierta en una inundación de diffs del sistema de control de versiones, algo familiar a cualquiera que haya tenido que hacer seguimiento de cambios en Confluence o la Wiki. Tampoco es sencilla la resolución técnica de todo esto sin recurrir a múltiples plataformas con sus complejidades, o la eterna migración entre servicios, con el riesgo de acabar como Bilbo, mantequilla untada sobre demasiado pan.

Si uno lee lo que supuestamente particulariza la jardinería digital respecto al blogging se da cuenta rápidamente de que la mayoría de estos elementos ya eran ampliamente usados en los sistemas de blogs: páginas independientes del flujo temporal, distintas formas de navegar el contenido (categorías, nubes de etiquetas), los links internos, los backlinks y listas de posts relacionados que se generaban automáticamente, la creación de redes y relaciones. Quién no tenía en la barra lateral una lista de "blogs amigos", o publicaba cada semana enlaces a posts interesantes o asistía a algún evento de esos para desvirtualizarse... Había también muchísimos blogs que no eran diarios ni noticieros, sino temáticos, por ejemplo, de recetas de cocina, que organizaban el contenido asignando una etiqueta a cada ingrediente utilizado, cada técnica de cocción, cada tipo de plato... un trabajo manual titánico, porque al final uno adaptaba la herramienta disponible al objetivo, incluso si no era la más adecuada.

Es cierto que con la monetizacion y el cambio de paradigma de "yo te doy la infraestructura y tú pones el contenido" a "paga por Youtube con menos anuncios mientras seguimos vendiendo tus datos" muchas funcionalidades se perdieron. La perspectiva del archivero frente a la del articulista es difícil de mantener si tienes que estar luchando continuamente contra el framework. Administrar un CMS tradicional que ofrezca flexibilidad como Wordpress, Joomla o Drupal era y sigue siendo un dolor de muelas. Las versiones gratuitas impusieron enormes restricciones al uso de html/css, eliminando incluso la posibilidad de crear una página de inicio independiente del blog, mientras se creaban otros servicios más adecuados a las necesidades de la gente que sólo quería compartir las fotos de las vacaciones con un filtro bonito, enterarse de las noticias o hablar con los amigos sin que les costase dinero.

Por otra parte, por mucho que invoquen el espíritu de Geocities, el concepto lo fomentan generalmente freelancers que ejercen un tipo de profesiones donde es difícil desligar una web de un medio de promoción personal: desarrolladores, diseñadores, consultores, escritores, periodistas, etc. gente muy ligada, por la cuenta que les trae, a todo esto de ser productivo y perfecto en la proyección de su imperfección sin acabar en el psiquiátrico o la bancarrota. Adolecen de lo que en linux se conoce como "distro-hopping", el salto continuo de un gestor de contenidos, servicio, software o tecnología al siguiente, en la esperanza de encontrar esa tierra prometida de la publicación digital en el que el único trabajo de "jardinería" se realiza sobre la creación, actualización y reorganización del contenido porque todo lo demás está automatizado, pero al mismo tiempo es 100% personalizable y no requiere apenas conocimientos o mantenimiento técnico.

Como la realidad es que eso no es posible, ni siquiera para empresas que gastan millonadas en el desarrollo de herramientas internas para propósitos ultraespecíficos, empiezas como Marie Kondō, tirando a la basura todo lo que no te produce chispitas de júbilo, pero con el tiempo tu jardín acaba o como una oda al Software as a Service o como un huertito real, mi aspiración vital1 cumplida del año:

Una parcela de huerto urbano en semisombra, estrecha y alargada, con un pasillo central despejado y bancales frondosos a cada lado, las plantas se ven crecidas, algunas cañas aquí y allá entutorando tomates. En primer plano dos regaderas llenas de agua y al fondo un edificio de viviendas
Mi parcelita a final de julio, tras meses de tiernos cuidados, que daba gusto verla
Una parcela de huerto urbano a pleno sol, se ven muchas más malas hierbas y varias plantas que han echado tallo, ocupando casi todo el espacio. Unas calabazas en primer plano parecen haberse secado, sin apenas follaje. Todo da una impresión desordenada, de ligero abandono
La parcela a mediados de agosto tras un par de semanas sin mantenimiento porque cuando no hacía un calor asfixiante estaba todo embarrado por la lluvia

Aparte de para enseñar la foto del huerto, este artículo es una larguísima explicación de algunos cambios que quiero hacer, siendo el más importante la publicación algo más habitual2 con temas que normalmente iban a mis marcadores o notas, como recetas de cocina o cuestiones de programación, y sobre todo el carácter de inacabado de los mismos. Si esto quedará marcado de alguna forma, con una etiqueta de estado, quizás, o en forma de páginas en vez de posts y un boletín de cambios está, cómo tantas otras cosas, por definir, pero es una manera de empujarme a cumplir alguno de todos esos buenos propósitos que me había planteado a principios de año.


1. Mi entusiasmo agricultor inicial (nivel: buscar fincas rústicas, precios de mini-almazaras y vídeos de cómo criar gallinas) se atemperó tras varios días de horticultura a 30 grados intercalados con tormentas intensísimas, explosión de malas hierbas, un ladrón de calabazas y una visita a urgencias por picaduras de insectos.

2. A ver, soy yo, con suerte un post semanal, tampoco nos flipemos