Mi experto en vocabulario


Mi experto en vocabulario es otro título más para la colección "didáctica" de la consola portátil Nintendo DS Lite. No debe confundirse esta serie con los cuquísimos de la muerte, osea tía, Imagina..., Dogz y demás zetas, neotamagochis/pixelchix claramente infantiles pero publicitados como "juegos para chicas" en -no tiene otra explicación- una conspiración para reducir el coeficiente intelectual de la población femenina.

Carátula del juego 'Mi experto en vocabulario'

Expertos, entrenadores, libros de texto interactivos, pasatiempos de playa, juegos que no son juegos donde podemos encontrar de todo: desde el archiconocido Brain Training, pasando por el aprendizaje de idiomas, la cocina, la educación de un perro o cómo mejorar la forma física, vista e intelecto. Como rapiñadora compulsiva de crucigramas y autodefinidos dominicales ellos se han convertido en los sustitutos naturales -una vez memorizada la composición del champú- con los que amenizar mis visitas al baño.

Comparten sin embargo ambas colecciones un mismo objetivo: conquistar un público hasta la fecha ajeno a este mundillo, renovando la imagen de sorbecerebros sanguinario y devorador de tiempo que los había condenado a mera diversión adolescente.

En esta ocasión le toca el turno al léxico, explotando esa conjugación tan humana de ambición desmedida y vagancia inconmensurable que nos lleva a hacer cualquier cosa -hasta pilates- por mejorar... durante un máximo de 15 minutos diarios.

Aclaro que, en mi opinión, nadie debería recurrir a un vulgar y demodé videojuego para enriquecer su léxico natal, ofreciéndonos el nuevo milenio prácticas tan extravagantes como, por ejemplo, leer un libro, escribir o -lo más de lo más, brodel- consultar el diccionario.

Pese a todo, tras mi experiencia con los psicotécnicos de la oposiciones, donde siempre fallo -parece mentira- exclusivamente en las preguntas de sinónimos y definiciones, decidí probar. Me animó leer que el personal de los estudiantiles diccionarios Vox eran los responsables de su adaptación al castellano (y yo me pregunto: la RAE ¿no quiso, no pudo o no se le ofreció participar?). Pero, mi gozo en un pozo, la cosa parece que se redujo más a una simple cuestión de poner las definiciones y buscar palabras poco frecuentes que una verdadera traslación al juego de las dificultades propias del hispanohablante.

Explicado en breve: el sistema es el mismo de siempre, haces una prueba de nivel que se traduce en un porcentaje que equiparan con titulaciones, eliges un profesor -monigote que te aconseja cual guía espiritual- y a partir de ahí para mejorar debes cubrir un número de puntos mínimos al día mediante una serie de minijuegos. Según avanzas se desbloquean nuevos juegos o niveles más avanzados para los que ya tienes. A saber:

  • En busca de la letra: En el nivel fácil aparecen palabras a las que les falta una letra y en el medio las sustituyen por otras. Debes escribir la letra correcta con el lápiz táctil. El reconocimiento de escritura -sólo acepta mayúsculas- es penoso.
  • Por el buen camino: Una palabra y dos definiciones a elegir. Quitando algún término que no había oído en la vida, resulta demasiado sencillo acertar por descarte, así que para aprender nuevos conceptos -se supone que esa es la idea- no resulta efectivo.
  • Revuelto de palabras: Cuatro palabras y cuatro definiciones que debes relacionar entre sí. También muy sencillito.
  • Sopa de Letras: No es la típica búsqueda en un revuelto. Tienes una definición y las letras exactas para que formes la palabra en un tiempo limitado.
  • Abrapalabra: Compites contra la máquina para deletrear un término correspondiente a la definición dada.
  • Bloquebulario / El bloque de letras: El más adictivo de todos. Tienes una lista de palabras y debes componerlas con letras que van cayendo antes de que los bloques lleguen a la parte superior (al estilo del tetris). Con cada remesa de términos la velocidad de caída aumenta. Existen dos modalidades, una con límite de palabras que te da puntos, y otra para viciosos, sin ningún tipo de objetivo. Que yo sepa no hay máximo ni tiempo límite, desistí de seguir buscándolo cuando me estanqué en torno a las cien palabras...

Resumiendo, los juegos son aburridos, el avance muy lento y no cumple su objetivo. Incide poco en los conceptos y mucho en el deletreo que tanto obsesiona a los concursantes escolares de las películas made in USA. La única cosa interesante que le veo es el glosario y, como decía Aisling en su reseña de la versión inglesa, puede ser útil para aquellos que quieran consolidar su vocabulario en lengua extranjera. Lo he visto disponible para inglés, francés, alemán, japonés y chino.

Me despido con los sabios consejos de Mafalda:

Mafalda y el diccionario